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Acabo de hablar contigo y al sentir la pasmosa indiferencia que encontré en tu voz he decidido alejarme de ti, cosa que estoy segura te tiene sin cuidado y te importa tanto como que el gato del vecino coja gripe; no sé si esto me duele o me da igual pues quizás me contagiaste tu sepulcral apatía.Tal vez esto sea el producto del defecto que cambiarías en mí, ¿es que no sé interpretar las señales que das? O ¿mi orgullo me ciega?; más bien pienso que los cambios de “aquel” factor te conmueven tanto, que no tienes idea de que sientes por mí o por ella. Con más razón aún no deseo ser parte de una lotería o uno de los premios a escoger; después de todo tienes razón y mi orgullo no me permite bajar la cerviz ante esto.El amor es eterno mientras dura, el tuyo feneció, el mío suplica eutanasia.